Temperatura, humedad y ventilación son las tres dimensiones ambientales a las que nos referimos cuando hablamos de condiciones termohigrométricas. Son los tres factores que debemos conocer para controlar el ambiente dentro de un espacio y tienen especial importancia cuando hablamos de interiores en los que se desarrollan actividades relacionadas con el trabajo.
Las condiciones termohigrométricas de un lugar de trabajo están íntimamente relacionadas con la sensación térmica de los trabajadores. En la práctica, suele resultar bastante complicado mantener satisfechos a todos los ocupantes de un recinto en relación con la sensación térmica, ya que su apreciación está muy influenciada por el factor subjetivo de cada persona. No obstante, es muy importante conocer los distintos parámetros ambientales que influyen en esta percepción (temperatura, humedad, velocidad del aire) para poder resolver mejor los posibles problemas que puedan aparecer.
El Real Decreto 486/1997 sobre Lugares de Trabajo establece en su Anexo III una serie de criterios para los parámetros Temperatura, Humedad Relativa y Velocidad del aire. Los valores proporcionados por el Real Decreto se acotan más en el desarrollo de la Guía Técnica del INSHT de Lugares de Trabajo.
Con carácter general, en los espacios de trabajo, con una actividad de tipo sedentario, debemos centrarnos en cumplir los siguientes parámetros para el control de las condiciones termohigrométricas:
- TEMPERATURA: comprendida entre los 17ºC y los 27ºC para lugares en los que se llevan a cabo trabajos sedentarios; entre los 14ºC y los 25ºC en espacios en los que se desempeñen trabajos físicos ligeros.
- HUMEDAD: comprendida entre el 30 y el 70%. Salvo si estamos en entornos en los que la electricidad estática entrañe riesgos, en este caso debemos situarnos por encima del 50%.
- VENTILACIÓN: en un entorno de trabajo, los ocupantes no deben exponerse de forma frecuente o persistente a corrientes de aire:
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- Mayores de 0,5 m/s en ambientes calurosos
- Mayores de 0,25 m/s en ambientes no calurosos
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La mala gestión de las condiciones termohigrométricas, entre otros factores, es un común denominador en los espacios que sufren el Síndrome del Edificio Enfermo, siendo los espacios destinados a oficinas los que pueden sufrirlo en mayor medida. Esto se debe a las deficiencias de diseño en los sistemas de ventilación centralizados con recirculación del aire, que son responsables de la multiplicación de los contaminantes presentes en el ambiente, al no renovar convenientemente el aire interior.
Impacto sobre el bienestar y la salud
Las malas condiciones ambientales de estos espacios pueden afectar a los trabajadores en distintas facetas. Puede registrarse un peor rendimiento en el trabajo, ya que se producen distracciones ligadas a la incomodidad que produce un ambiente inadecuado. Así, se estima que un exceso de calor provoca un descenso en el ritmo de trabajo y produce fatiga muscular. En el caso de un ambiente demasiado frío, se observa que disminuye la destreza manual y en general el rendimiento físico.
Por otro lado, se registran también otras afecciones relacionadas ya directamente con la salud. Es frecuente, en los lugares con condiciones termohigrométricas deficientes, encontrar trabajadores con problemas de dolor de cabeza o jaquecas, náuseas, mareos e incluso cansancio crónico. También se pueden dar problemas respiratorios como rinitis, alergias nasales, asma o resfriados persistentes, y problemas relacionados con la piel como dermatitis o sequedad en ojos y mucosas.
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