Medición de Partículas y Fibras en Suspensión

Las partículas en suspensión son contaminantes dispersos en el aire en forma de aerosoles (líquidos o sólidos). Las partículas presentes en un ambiente interior pueden clasificarse, según su origen, en biológicas, radiactivas, minerales y de combustión. En ambientes interiores, las partículas de más de 10 µm de diámetro se consideran generalmente como polvo. A partir de este tamaño y a medida que va disminuyendo el diámetro de las partículas, éstas son capaces de llegar a mayor profundidad del sistema respiratorio. Así, las partículas de diámetro inferior a 1 µm son capaces de alcanzar los alvéolosMedición de partículas en suspensión y fibras y difundirse al resto del cuerpo a través de la sangre.

La presencia de partículas en suspensión, especialmente las más finas y las de origen artificial, en el aire es un factor que se asocia a diversos problemas de salud entre las personas expuestas. Hay una relación clara entre la concentración de partículas en suspensión (µg/m3) y la tasa de mortalidad, especialmente por enfermedades cardiovasculares o de tipo pulmonar.

Algunos de los efectos más comunes de estas partículas en suspensión son: irritación de ojos y vías respiratorias, agravamiento de episodios asmáticos y de enfermedades cardiovasculares y aumento de la frecuencia del cáncer de pulmón a largo plazo. Cuando la longitud de las partículas es tres veces mayor que su diámetro pasan a
denominarse fibras.

Las fibras utilizadas en las estructuras de los edificios como aislantes son las que más problemas han originado para la salud. En el año 2001 se prohibió el uso y comercialización del amianto, por su capacidad de producir cáncer de pulmón,
mesotelioma, etc., al ser inhaladas. No obstante, este tipo de fibras siguen existiendo en las estructuras de muchos edificios, por lo que el riesgo se hace patente en las obras de remodelación y, sobre todo, en la demolición de los mismos. Otras fibras,
especialmente las fibras de vidrio, están sustituyendo en gran parte a las fibras de amianto en las nuevas construcciones, para aislar térmica y acústicamente los edificios. No obstante, si estas fibras se desprenden y pasan al aire pueden producir irritaciones en piel, ojos, nariz y garganta, y los efectos a largo plazo aún no son muy bien conocidos.

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